Tendremos
que esperar al dominio
musulmán para encontrar con plena seguridad los primeros testimonios
sobre
Gibraleón, conocida entonces como Yabal Al Uyum, que significa “Monte de
las
fuentes”. Posteriormente, ante la quiebra del poder califal en el siglo
XI, Gibraleón pasó a ser una población importante al dotarse de una
fortaleza militar o castillo, cuyos restos aún la presiden.
Con la conquista cristiana de
estas tierras en 1262, bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, y la creación del
Concejo de realengo, Gibraleón alcanzará uno de sus períodos históricos más
notables. La concesión real de amplios privilegios favoreció el comercio y la
ganadería, el aumento de población y una rápida expansión urbana, especialmente
en los siglos XIV y XV.
En 1530, la familia Zúñiga logró
que el rey Carlos I de España les elevara el título sobre Gibraleón de Señorío
a Marquesado; que recayó en el primogénito del Duque de Béjar, don Alonso de
Zúñiga. Pertenecían a esta demarcación, además de Gibraleón, el Rincón de San
Antón, Cartaya, San Miguel de la Arca de Buey, el término de lo que sería Punta
Umbría, San Bartolomé de la Torre, Villanueva de los Castillejos, Sanlúcar de
Guadiana y El Granado. En total suponía una superficie de 1.060 Km2,
lo que equivale a algo más de la décima parte de la que sería la provincia de
Huelva.
Del siglo XVII es interesante recordar el episodio vivido entre Miguel de Cervantes y el Marqués de Gibraleón. Buscando Cervantes un mecenas para su obra, le dedicaría a éste la primera parte de su novela inmortal El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicada en Madrid por Juan de la Cuesta, con privilegio de Castilla, Aragón y Portugal el año de 1605. La jurisdicción de los Duque de Béjar sobre el municipio acabó con la abolición del régimen señorial por un real decreto firmado y promulgado por la reina regente María Cristina en 1835. De este período hoy sólo queda un vago recuerdo histórico y el hecho que a la villa de Gibraleón se le concedió el escudo heráldico de sus antiguos señores de la casa de Béjar.
A lo largo de la historia, Gibraleón conoció aportes de población procedentes de Africa y de América. De la primera llegaron esclavos negros, traídos por barcos españoles y portugueses desde mediados del siglo XV. Desde entonces, fueron asimilados e integrados social y étnicamente por una población tolerante y carente de prejuicios.